- Área: 170 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Fernando Schapochnik
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa Marta es parte de un conjunto de obras que el estudio viene realizando con estrategias similares; Artefactos que nacen como posados sobre lo existente y que intentan vincularse con la naturaleza singular de las azoteas y las cubiertas de Buenos Aires, además de introducir una serie de relaciones con lo natural, en términos de aquella naturaleza que subyace debajo de la ciudad, y que al revalorizarse, plantea métodos de aproximación entre la cruda necesidad de lo urbano y la posibilidad de generar paisajes de amabilidad para el ser humano y todas las especies que conviven o podrían convivir con él en estos ámbitos.
La casa Marta es una vivienda unifamiliar de principios de siglo 20, típica de los barrios centrales de la ciudad de Buenos Aires; en ella habita una familia de seis integrantes, un matrimonio con 4 hijos, con edades que van desde 9 a los 14 años. El programa incluía , además de mejoras espaciales y de una nueva organización en la planta baja ya existente, la incorporación de un dormitorio principal en planta alta, un espacio de guardado y de servicios y la readecuación de un sector de parrilla con vistas a utilizar la azotea como expansión para eventos familiares.
Ese módulo de expansión agregado a la planta alta, trabaja como una pieza única que involucra la escalera de acceso y envuelve con una piel metálica cada uno de los elementos que lo componen, unificando lo nuevo con lo existente, y que al asomar hacia la calle, cubre con un voladizo el acceso a la casa y la dota de personalidad.
Un lucernario sobre la escalera nace para mejorar la condición climática de la planta baja (a la que además ahora se agregan nuevos ventanales y ventilaciones cruzadas) permitiendo su apertura para evacuar el aire caliente, generando un efecto chimenea muy útil en verano, además de introducir luz natural en la circulación.
En el centro de la casa un patio, ahora revalorizado, funciona como articulador de las zonas públicas y privadas y construye el marco para la incorporación de la escalera como un pliegue que surge del volumen posado sobre lo existente, y que en conjunto con la lucarna, producen una deformación de la pieza que desde algunos ángulos se ve como un prisma, pero que desde aquí, parasita y se introduce encontrando espacios vacantes en la construcción original.
A este nuevo volumen, construido totalmente en seco y revestido en chapa, se le suma una trama de anclajes, adheridos a los tornillos de sujeción de la chapa, con el fin de permitir a futuro recibir una nueva piel vegetal y comportándose como soporte para una gran variedad de especies, plantas, pájaros e insectos, transformándo la fachada en una especie de jardín o ecosistema vertical que completa a la arquitectura generando un aporte a la naturaleza de la ciudad.
Suponemos que con la multiplicación de estos artefactos involucrados con lo natural, asomando por encima de la trama construida, se podría pensar en un aumento de densidad que no sea contrario a la idea de lograr una ciudad más humana y amena para todos los miles de organismos y microorganismos que habitamos en ella.